A la sala entro su nodriza una bovina, femenina de gran estatura y fuerza para ayudar al invalido.
-¿Como te encuentras hoy mi niño?
Y el guardaba silencio sin dejar de mirar su punto inexistente.
La nodriza lo movió en su silla rustica hasta su mesa en la habitación, el no dejaba de mirar sin parpadear, ella le servia su comida y cuidaba que no desperdiciara nada. Acabado su postre, le limpio la boca y le devolvió a la ventana.
Antes que la nodriza saliera se escucho el llanto, una aspiración cortada, ella se dio vuelta, viéndole encorvado y los ojos cubiertos por las palmas. Corrió a consolarle, abrazándole por la espalda.
-Esta bien- dijo por fin, ante la mirada despistada de la enfermera
-Ya descansa y se que ahora esta bien.
Muro