Buceo mas en aquellas amalgamas revueltas, de donde saco un carpeta de tono marrón verdoso, llamo su curiosidad y abrió encontrando escritos en letra legible hechos por tinta color azul rey. Escritos que describían de forma romántica los sentidos en el momento propicio del contacto de pareja, describían, argumentaban, poetizaban. Se sentó entonces en la sala, leyendo los escritos del invitado hasta que su padre, un gran lobo, llego junto al joven.
- Joseph- alzo la voz el lobo -¿Como te atreviste a...?
-Padre yo...
-Que vergüenza... Perdónalo por favor Paolo- dirigió una mirada seria a su hijo -Joseph.
-... Son hermosos- dijo estando de pie.
-¡Joseph!
-Pero es verdad, no he leído poemas así, son belisimos- entrego la carpeta al dueño, que miraba de forma tranquila.
-A nadie les gusto cuando los comencé a publicar.
A la sala entro su nodriza una bovina, femenina de gran estatura y fuerza para ayudar al invalido.
-¿Como te encuentras hoy mi niño?
Y el guardaba silencio sin dejar de mirar su punto inexistente.
La nodriza lo movió en su silla rustica hasta su mesa en la habitación, el no dejaba de mirar sin parpadear, ella le servia su comida y cuidaba que no desperdiciara nada. Acabado su postre, le limpio la boca y le devolvió a la ventana.
Antes que la nodriza saliera se escucho el llanto, una aspiración cortada, ella se dio vuelta, viéndole encorvado y los ojos cubiertos por las palmas. Corrió a consolarle, abrazándole por la espalda.
-Esta bien- dijo por fin, ante la mirada despistada de la enfermera
-Ya descansa y se que ahora esta bien.